Sunday, April 17, 2011

EL REY ME LLAMO.

Lodebar, Mefi-bozet, Jerusalem...
Basado en: 2 Samuel 9.1-13

Aquel niño de 5 años siendo un príncipe, acababa de perder a su padre y a su abuelo de un solo golpe y con ellos toda la seguridad que le ofrecían, pues su abuelo era un Rey y su padre el heredero al trono y eran hombres adinerados y respetados en su pueblo. No siendo suficiente, aquel gris día mientras huían de la ciudad con el temor a ser también asesinados, su nodriza lo dejo caer y se lisio ambas piernas. Desde entonces, no solo perdió su familia, su vida cómoda y su ciudad natal, sino que además se enfrento al dolor de ser discapacitado físicamente y a sentir un miedo permanente de movilizarse libremente por ser hijo de los enemigos de su familia.

Allí refugiado en Lodebar, que significa tierra árida, hostil, seca y no apta para pastorear, ciudad a donde lo llevaron al huir, su vida cambio drásticamente. Su nombre paso de ser Merit-baal que significa el que se opone, contradice o adversa a baal (baal era considerado un dios falso), a llamarse Mefi-boset que quiere decir el que esparce vergüenza. Olvidado en una ciudad extranjera sus días transcurrían en medio de todo su dolor, de todas sus pérdidas y con toda su vergüenza.

En su ciudad de origen sin que él lo pudiese imaginar, su supuesto enemigo, quien ni siquiera le había visto alguna vez a su cara, estaba interesado en ayudarle. En su afán de encontrarle, envía a llamar a uno de los siervos de su difunto enemigo para preguntarle si había algún descendiente de este aun con vida. Aquel siervo le contesta que si, que hay uno pero que esta lisiado –como queriendo despreciarle-. El buen hombre, le envía llamar. No podría imaginar las ideas que rondaban la mente de Mefi-bozet aquel estresante día.

Al ser presentado ante su inquiridor, Mefi-boset responde “He aquí tu siervo”, lo cual nos deja entrever el tremendo temor que lo invadía al estar expuesto ante su poderoso supuesto enemigo. Para su sorpresa, ese hombre le ofrece un lugar un su casa y en su mesa, porque aunque su abuelo fue su enemigo, su padre había sido un entrañable amigo al cual deseaba honrar.

Sintiéndose demasiado honrado y consciente de que no era merecedor de tal beneficio, Mefi-boset responde: “¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?”. La misericordia del amigo de su padre y la gracia divina lo hicieron mudarse a Jerusalén, casa de paz, de prosperidad, de bendición y de abundancia. Sus días transcurrieron hasta su muerte, rodeado de sus hijos, sus nietos, sus criados y todas sus bendiciones postreras.

Esta singular historia nos enseña grandes lecciones, quizá la más importante es que Dios te está buscando, El quiere rescatarte, no importa cuán discapacitado pueda estar, ni cuan enemigo suyo te sientas, Dios quiere llevarte a un mejor lugar. El nos invita a dejar el temor y venir a su presencia para recibir reivindicación. No importa cuántas maldiciones generacionales arrastres, Dios quiere romper tu pasado y construirte una mejor vida, una vida con propósito.

Analicemos que aunque por fuera, lisiado y olvidado; Mefi-boset era el hijo de un Rey, el era un príncipe al igual que tu y yo, somos hijos de un Rey. Dice la Palabra “Mía es la plata y mío es el oro”. Te pregunto: Cuantas veces te han sentido miserable, lisiado, olvidado, impotente y pobre?. Mefi-boset fue llevado a una tierra de asolación y miseria. De alguna manera en mayor o menor grado nosotros también somos llevados muchas veces a esos inhóspitos lugares al igual que a este hombre, para hacernos sentir poco, indignos y despreciados.

Mefi-boset fue tomado por la culpa, la vergüenza, el dolor, los recuerdos negativos… fue condenado por su propia alma a vivir atado a un pasado que no era suyo. No te suena familiar esto?. En Filipenses 3.14 Pablo dijo “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios”. Jesús por su parte dice en Juan 10.10: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Y agrega en 3 de Juan 2 “yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma“. Dios desea llevarte a tierras de bendición, de prosperidad, de paz tal como lo hizo con Mefi-boset.

La historia de Mefi-boset, podría ser tu historia… No olvides que Dios quiere que termines tus días con propósito, en paz, con alegría y lleno de bendiciones al lado de la gente que amas. El quiere sacarte de Lodebar, para llevarte a Jerusalén.

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